El pacto con Rahab
Por Anthony Hernández
“Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. 16Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad. 17Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos…
22Mas Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allí a la mujer y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis. 23Y los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los pusieron fuera del campamento de Israel…
25Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó” (Josué 6: 15-17, 22-23, 25)
Introducción.
Los arqueólogos han hecho una gran investigación en Jericó. Nos dicen que la ciudad ocupaba alrededor de dos hectáreas, con una muralla interna y otra externa rodeando la ciudad. Tanto la muralla interna como la externa tenían dos metros de espesor y había casas sobre ellas (v. 15). La altura de sus muros era alrededor de quince metros y las excavaciones muestran que estas murallas fueron «destruidas violentamente». De las muchas personas que vivían en Jericó sólo sabemos el nombre de una: Rahab, la ramera.
1. Era una pecadora.
Era prostituta, el pecado en este caso era impureza moral, pero «todos han pecado, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3: 23)
No era raro en esos días que las prostitutas administraran posadas.
2. Estaba bajo condenación.
Ya Dios había declarado condenada la ciudad de Rahab; era sólo cuestión de tiempo para que la sentencia de muerte se ejecutara. Todo y cada persona en la ciudad sería destruida, ¡sea que la gente se sintiera condenada o no! Jericó es un cuadro del mundo condenado de hoy. La gente no puede sentirse confiada y en paz, porque la muerte se avecina.
3. Se le dio un período de gracia.
La ciudad había sido destinada para el juicio desde muchos años antes, Rahab y los demás residente de Jericó oyeron del éxodo de Egipto ocurrido cuarenta años antes. (Josué 2: 10)
Aun se le añade otros días de espera, llevando a la semana adicional que Israel marchó alrededor de la ciudad. ¡Qué paciente es Dios!
4. Oyó la Palabra de Dios.
Fue un mensaje de juicio lo que oyó Rahab, pero le presentó al verdadero Dios. Nótese que en su conversación llama a Dios «Jehová». (Josué 2: 11)
5. Creyó en la Palabra.
«La fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios» (Romanos 10: 17)
Nótese con la seguridad que procedía de la Palabra: «Sé que Jehová os ha dado esta tierra» (v. 9). Es la fe la que salva al pecador, incluso al más malo.
En Hebreos se nos dice que Rahab fue salva por fe y es una de las únicas dos mujeres que se mientan en los héroes de la fe:
“Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. 31Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz” (Hebreos 11: 30-31)
6. Demostró su fe por obras.
El hecho de que arriesgó su vida para recibir, ocultar y proteger a los espías es prueba de que Rahab confiaba en Dios. Se identificó con el pueblo de Dios, no con los paganos que la rodeaban.
“Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 25Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2: 24-26) Obras = Frutos
7. Debía ganar a otros.
¡Piense en el riesgo que corría Rahab al hablar de la Palabra con su familia! Cuando la gente confía en Cristo, su primer deseo es testificarles a otros, especialmente a su familia.
“Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti”
(Marcos 5: 19)
8. Fue librada del juicio.
Había un juicio doble sobre la ciudad: primero, el terremoto que la destruyó; luego, el fuego que destruyó todo lo que había dentro. La casa de Rahab estaba en la muralla (2.15), ¡pero evidentemente esa sección de la muralla no cayó! Después que sacaron de la casa a Rahab y sus seres queridos, Josué ordenó que se destruyera con fuego el resto de la ciudad.
Quizás Rahab y su familia se sintieron perturbados cuando las cosas comenzaron a estremecerse, pero estaban perfectamente seguros en las manos de Dios.
Los cristianos de hoy ven al mundo estremecerse por todos lados, pero pueden estar seguros de que Dios los rescatará antes de enviar su juicio de fuego sobre el mundo.
9. Asistió a una boda.
En Mateo 1: 5 encontramos a Rahab incluida por matrimonio en la nación judía, ¡y nombrada del linaje del Mesías!
“Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí. 6Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías” (Mateo 1: 5-6.)
Mientras que el pueblo de Jericó sufrió la muerte, ¡Rahab y su familia disfrutarían de una fiesta de bodas! Rahab fue salva por fe, no por carácter u obras religiosas. Esta es la única manera en que Dios salva a las personas.
¿Ha confiado usted en Jesús como Rahab confió en Josué?
Anthony Hernandez
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Altamira tlaxco puebla
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