lunes, 1 de marzo de 2010

La pasión del llamado nos lleva a la conquista

La pasión del llamado nos lleva a la conquista

Anthony Hernández

¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque sonido de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra” (Jeremías 4: 19.)

Jeremías fue un hombre de mucha pasión, vivió momentos difíciles en su vida, vivió el cautiverio de Israel, vivió entre los cautivos, predicó en momentos de ruinas, en momentos difíciles en la historia de Israel, y a pesar de todo vemos una palabra como “¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque sonido de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra”.

Que tremendo será si todos nosotros tuviéramos esta pasión por predicar la palabra de Dios, este dolor en el corazón por los perdidos, esta angustia de sentir que hasta en las entrañas nos duele por el sufrimiento humano, y decir, “no callare”, ésta es la conquista de la tierra, la conquista de nuestro corazón, de nuestro pensamiento y sentimiento, hemos escuchado a través de este libro una vos que te dice eres un llamado, tienes un plan y futuro en Dios, has escuchado esa voz de trompeta en tu alma, ese pregón de guerra, Dios te ha confirmado que tiene algo contigo, por lo tanto no calles, predica, canta, enseña, has algo, pero no te quedes ahí nada mas mirando como tu pueblo es llevado cautivo por el enemigo, no te calles mientras tus vecinos se divorcian, mientras tus amigos mueren por las pandillas, drogas, sida, mientras se pierden en el alcohol, mientras hay mas muerte, crímenes, y la sociedad se vuelve más violenta y sin temor a Dios y sin respeto al prójimo.

¿Acaso no te duele las entrañas ver como jóvenes de 15 a 20 años están muriendo como animales en las calles?

¿Acaso no te duele el corazón ver cuanta madre soltera hay con menos de 20 años?

Debería de haber una pasión en nosotros de predicar a Jesús a todo el mundo, esa pasión no nos debería de dejar dormir, deberíamos de estar prestos para la obra, es el colmo que muchos cultos se hagan sin servidores o diáconos, porque no quisieron servir, o a veces sin músicos porque no quisieron tocar, es el colmo que la reunión sea a las 7 de la noche y tu llegues a las 8, una hora después, esto no puede ser así, nuestra pasión por Dios debería de desesperarnos por tener comunión con él, por estar en su templo, por ministrar en los cultos, por servir en la obra, deberíamos de ser útiles en la obra, debemos de vivir en pasión por Jesús, no calles, mientras tú te callas el mundo se va al infierno sin Jesús.

El mismo Jeremías más adelante dijo: “Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude” (Jeremías 20: 9.)

Ojala y ese fuego ardiente esté en nuestro corazón, que no lo podamos soportar, que nos desespere por predicar, que nos conmueva por el mundo, que nos lleve a niveles de conquista, el fuego ardiente en nosotros produce pasión, un líder sin pasión es alguien estorbando con un puesto que otro debería de ocupar, no puedes ser líder sin pasión, eso significa que no hay fuego en ti, que no has sido pasado aun por ese fuego glorioso de la formación, el fuego de la pasión demostrará el trato de Dios contigo, la manera de saber cuánta vida, proceso, y pasión hay de Dios en ti, es ver ese fuego que sea ardiente en tu vida, sino, no eres alguien apto para el ministerio, y no podrás conquistar las promesas.

Mira nada más que dice que el fuego es un fuego ardiente, Dios no hace llamarada de tusas, ni manda señales de humo, el pone en los corazones y hasta en los huesos un fuego ardiente, ¡ARDIENTE!, no se apaga, no se consume, no se disuelve, eso pasó con la zarza, tenía en sí un fuego ardiente que no se consumía, ese fuego es la presencia de Dios, la pasión de Dios, la comunión con Dios, Dios es fuego ardiente.

Si buscas ese fuego ardiente de Dios, entonces, esa pasión, esa presencia, ese fuego se te meterá en tus huesos, en tus entrañas, en tus ojos, en tu corazón, en tu boca, en tus manos, en tus pies, en todo tu ser, serás una llama ardiente en este mundo, un carbón encendido en esta sociedad, una luz en la oscuridad, y Dios te levantará a media noche para darte palabras, para tener comunión contigo, cuando manejes tu auto no soportaras más y te orillaras para llorar porque irás orando y hablando en lenguas mientras conduces, mientras cantas cantarás en lenguas, mientras hables con tus vecinos le darás tu testimonio y contaras las maravillas de Dios, cuando estés en público predicaras a los oyentes, cuando leas la Biblia Dios te dará nuevas revelaciones, mientras platiques edificarás a los demás, el fuego en tu vida no se consumirá, porque arderá, serás llamado llama ardiente del altísimo, esa es la pasión, eso es conquistar la tierra prometida, eso es tener un encuentro con Dios, eso es haber sido pasado por el fuego, debes de oler a fuego, debes de llamar la atención.

Te aseguro que moisés ya había visto una zarza en su vida, a lo mejor hasta esa misma zarza, pero lo que le llamó la atención no fue la zarza, sino ver que estaba envuelta en una llama ardiente y no se consumía, eso lo llevó a tener un encuentro con Dios y su llamado, así debe de ser nuestra vida, como la zarza ardiendo, que ese fuego de Dios en nosotros llame la atención a los demás y tengan un encuentro con Dios y su llamado a través de nuestra vida y testimonio, y serán capaces de libertar pueblos y naciones enteras, el fuego de Dios en ti, será capaz de levantar a los próximos libertadores en nuestra generación, por lo tanto no te calles, no te detengas, sigue adelante, busquemos la presencia de Dios, desarrollemos la pasión de Dios en nuestra vida, y seamos esa llama ardiente que no se consuma, avivemos el fuego de Dios en nosotros y conquistaremos la tierra prometida.

Anthony Hernández

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