domingo, 9 de enero de 2011

Tanto bueno como delicioso

Marcos Witt

No todo lo bueno es delicioso y no todo lo delicioso es bueno. Mi esposa Miriam y yo constantemente
batallamos para enseñarles esta a nuestros cuatro hijos que siempre prefieren lo delicioso sobre lo bueno. Por ejemplo, la medicina que de vez en cuando tenemos que administrarles cuando tienen alguna gripe o condición que amerite la tomen, es algo "bueno" pero, en ninguna manera lo consideran "delicioso". Las compañías que se dedican a hacer medicamentos para niños todavía no han encontrado sabores lo suficientemente deliciosos para que los niños "disfruten" el tomar su medicina. Aunque la hagan de sabor de uva , fresa o cualquier otro sabor, a nuestros hijos no les han logrado convencer de que es algo "delicioso". Sin embargo es algo "bueno" y necesario tomarlo para que se recuperen. De igual manera, tenemos el problema con algunos alimentos, pero especialmente con los vegetales. Por ejemplo, mi hijo Jonathan, de cinco años, tiene la idea equivocada de que todo lo que se ponga en su plato de color verde no es de Dios. Siempre nos está tratando de convencer que quitemos "esa cosa verde" de su plato. Aunque no le parezca delicioso, sabemos que es algo "bueno" que necesita para el correcto desarrollo de su cuerpo. Nos ideamos de mil maneras para convencerlo de que se lo coma y algunas veces, les confieso, no tenemos éxito.

Por otro lado, no todo lo "delicioso" es bueno. Parece ser que antes de una comida es cuando a los hijos les da por querer comer un chocolate, dulce o alguna otra cosa "deliciosa". De hacerlo, arruinaría el apetito para recibir lo "bueno" que en este caso es la comida. El máximo ejemplo de algo "delicioso" que no contiene nada de "bueno" es el dulce que venden en los parques que llamamos el "algodón de azúcar". Cuando asistimos a estos lugares con nuestros hijos, necesitamos prepararnos para echar a perder parte de nuestro presupuesto en este "delicioso" pero "bueno para nada" dulce que nos piden con insistencia nuestros hijos. Creo que en esta situación existirán padres e hijos por toda la eternidad. Que Dios nos siga iluminando para saber como tratarlo día con día (y todos los padres dijeron..."AMEN")

En el Reino, el Señor nos enseña algo que es tanto bueno como delicioso: "Mirad cuán bueno, y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía"(Salmo 133.1)
Haga nota de que dice "juntos" y "en armonía". Esa es la clave para que sea tanto bueno como delicioso. Hay algunos hermanos que están "juntos" pero no "en armonía". Es necesario el tener las dos cosas funcionando para que sea una experiencia buena y deliciosa. El Señor dijo que el mundo conocería que somos sus discípulos por el amor que nos tendríamos el uno hacia el otro, no por los pleitos que tendríamos los unos con los otros. Algunos tiene la idea de que el mundo sabrá que somos discípulos de Jesús por nuestra manera de predicar, evangelizar o cantar, pero ¡no!, Jesús dijo que sería por nuestro "amor".

Tengo una carga personal de que la Iglesia aprenda a vivir "juntos en armonía". Constantemente, necesitamos rechazar las actitudes en nuestro corazón que alberguen pensamientos de división, contención o sectarismo. Necesitamos contribuir a que el cuerpo sea uno, tomando autoridad sobre todo principado o potestad que se quiera levantar en contra de la unidad de la Iglesia de Jesucristo. Esto empieza con uno. Uno mismo tiene que tomar la decisión de vivir "juntos en armonía" y uno mismo es el que cosecha las recompensas de ello. En esto tenemos que mostrar gracia y el amor de Dios. Aunque pensemos de distintas maneras con respecto a algunas cosas, si hemos sido lavados con la Sangre preciosa del Cordero, somos hermanos en Cristo; y necesitamos enfatizar lo que nos une, y minimizar lo que nos distingue.

Le doy gracias a Dios porque en estos tiempos, como siempre, ha levantado hombres que usa para la unidad de Su cuerpo. Sea usted una de esas personas. Permita que el Señor lo use en contribuir a que el mundo conozca que el Señor fue enviado para que creamos en El, y recibamos su salvación. ¿Conoce el mundo que usted es un discípulo del Señor? ¿Puede el mundo ver el amor que tiene hacia su hermano en Cristo? Espero que sí, porque esto no es tan solamente "bueno" sino que también es "delicioso".

P.D. Oren por Miriam y por mí para saber convencer a Jonathan que "esa cosa verde" en su plato, aunque no sea "delicioso" es "bueno" para él.

Publicado en la revista Carisma Internacional (Vida Cristiana), 1995

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