martes, 9 de octubre de 2012

¿Por qué es importante la visión en la misión?



Hechos 26: 19

Si yo hablase de misiones extranjeras con gran elocuencia, y no tengo visión, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. 
Y sí pasar a largas horas estudiando y leyendo literatura sobre misiones  de modo que llegara a conocer todas las dificultades y privaciones de la vida misionera y no tengo visión, de nada me sirve.
La visión hace que uno permanezca continuamente delante del Se­ñor; la visión permite orar con fervor; la visión nos carga con el deseo de ver que otros obtengan salvación.
No ensalza a nadie, sino a Cristo; busca solamente la redención de los perdidos; se da a todos los que con fervor la buscan; piensa que ningún precio es demasiado alto para su propósito.
Trata de no desalentar a los misioneros en perspectiva, mas les alienta a responder el Llamado de Dios.
Lleva la carga de los demás, cree que Dios está dispuesto a llevar adelante su empresa, anhela la salvación de muchos, soporta los fracasos y desengaños aparentes.
La visión no fracasa; pero fracasa si se trata de despertar el inte­rés con historias espeluznantes; cesará la visión si se promueve la obra misionera con lágrimas que no están acompañadas de sentimiento sin­cero; la visión se disipará si sólo hay intereses personalistas.
Porque en parte conocemos y en parte vemos; pero cuando hay una visión verdadera, se hace a un lado la tibieza y el interés inter­mitente.
Cuando yo no tenía visión, hablaba como uno que no tiene visión, y oraba como quien no tiene visión, pero cuando recibí la visión, deje todo lo que era mediocridad.
 Ahora tengo una visión velada de la necesidad que solamente Cris­to puede satisfacer, pero algún día comprenderé plenamente; ahora conozco en parte el precio de ]a salvación, pero entonces lo veré 
cla­ramente, incluso que ha sido comprada para mí.
 Ahora para ser un misionero verdadero se necesitan un corazón que ora sin cesar, una vida rendida y una visión; estas tres, empero, la mayor de todas es la visión. — .


lunes, 8 de octubre de 2012

Dios Protege tus Generaciones

Escrito por Pastor Otoniel Font el lunes, 08 de octubre del 2012.
En Números 27, se nos presenta la historia de dos hermanas que acudieron ante Moisés para reclamar la herencia de su fallecido padre, ya que este último no tuvo hijos varones y, en aquellos tiempos, las hijas no recibían herencia de su padre, ya que se esperaba que la mujer se casara y fuera cubierta por su esposo. Pero estas mujeres no estaban casadas y, bajo la ley, no había provisión para ellas. Entonces, recurrieron a Moisés para reclamar la herencia, no bajo la ley, sino bajo el pacto.

Estas mujeres establecieron un precedente, y lograron que se enmendara la ley.
Más adelante, en el capítulo 36 del mismo libro, estas mujeres vuelven a mencionarse, cambiando nuevamente el sistema de la ley. Dos de ellas se casan, y ahora participan de la herencia de sus esposos, y tienen que dejar la herencia de su padre a sus otras hermanas.
Estas mujeres siempre estuvieron agarradas de un pacto. Y esto es lo que Dios siempre ha querido.
Dios quiere hacer un pacto generacional contigo para proteger dos cosas. En primer lugar, Dios quiere proteger la semilla que él ha depositado dentro de ti. Dios decía, tanto a hombre como a mujeres, que si se casaban con personas que estuvieran fuera del pacto, entonces ellos también quedaban fuera del pacto. Porque Dios no podía bendecir una semilla que no estaba dentro del pacto.
Cada familia tiene una semilla, dentro de ella. Tú tienes una semilla, un potencial divino, dentro de ti. Hay algo en tu interior que Dios siempre ha querido proteger. Hay algo especial que Dios ha depositado en tu vida, en tu interior, que es lo que asegura que tus generaciones tendrán la victoria sobre el mundo.
Dios le dijo a Eva: De tu simiente, saldrá uno que le aplastará la cabeza al enemigo. Hay algo dentro de ti que, en tus generaciones, se ha de manifestar y, cuando se manifieste, tus generaciones podrán dar testimonio de que han vencido al enemigo.
Cuando Abraham dijo que Sarah era su hermana, y entró en la casa de Amalec, lo primero que Dios hizo fue cerrar el vientre de Sarah, y el vientre de todas las mujeres de Amalec. ¿Por qué? Porque, si Amalec se acostaba con Sarah, y la embarazaba, se dañaba el hijo de la promesa, porque ahora, la mujer de la promesa daría a luz a un egipcio, y la semilla se perdería. Así que, Dios tiene que cerrarle la matriz a Sarah, para que el mundo no la embarace. Dios no quería nada del mundo dentro de Sarah.
De la misma manera, hay cosas que Dios quiere cuidar dentro de ti, porque esas cosas que están en tu interior, van a pasarse de generación en generación y, un día, le aplastarán la cabeza al enemigo.
Tus hijos no entienden esto. Ellos no entienden que, cuando tú velas por ellos, no es para causarles incomodidad, sino porque hay una semilla dentro de ellos, y te corresponde a ti velar que no se pierda.
Dios quiere hacer un pacto contigo para establecer un precedente y, lo que no ocurría antes, ahora pueda ocurrir. Por causa de tu fidelidad a Dios, en medio de tu desierto, la semilla que Dios ha puesto dentro de ti será cuidada y, algún día, dentro de tus generaciones, saldrá esa semilla que le aplastará la cabeza al diablo.
Lo segundo que Dios quería proteger era la herencia natural, la propiedad, la tierra que Dios le dio. La ley estaba hecha para proteger el territorio. El territorio asignado, siempre permanecería en la familia.
Un pacto con Dios protege tu vida espiritual y protege tus recursos naturales. Cuando una persona tiene pacto con Dios, esa persona tiene una conciencia generacional, en la que se protege y se cuida el territorio que Dios te ha entregado. Ese es el orden divino.
Dios va a cuidar la semilla que él ha depositado dentro de ti, y también va a cuidar de que, lo que él te ha dado, permanezca en tus generaciones para siempre.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Dios No Quiere Retener Nada de Ti

Escrito por Pastor Otoniel Font el miércoles, 03 de octubre del 2012.


En Isaías 42, se nos describe al siervo de Jehová, claramente hablándonos de Jesús. Y en el verso 6 dice, no que el Padre iba a hacer un pacto con el Hijo, o que a través de él haría un pacto, sino que el Hijo constituiría en sí mismo el pacto. Jesús mismo es el pacto. La persona de Jesús es el pacto de Dios con nosotros.

Mucha gente quiere hacer pacto con Dios, y realmente lo que nosotros podemos hacer es un voto a Dios, pero el hombre no puede hacer pacto. Y es mejor así. ¿Por qué? Porque, cuando se hace un pacto, hay que estar dispuesto a morir.
En el Antiguo Testamento, si alguno hacía un pacto y no cumplía, pagaba con muerte. Por eso, hacer pactos no es del hombre, sino solamente de Dios. Porque el único que estaba dispuesto a morir por el pacto con nosotros era Dios.
Si pudiéramos hacer pacto con Dios, no estaríamos aquí, porque ¿cuántos votos hemos hecho, que no hemos cumplido? Lo grande es que, lo que él te prometió que iba a hacer por ti, a pesar de que tú falles, él lo sigue haciendo. Dios sí puede comprometerse, no porque esté dispuesto a morir, sino porque ya estuvo dispuesto a morir.
Cuando Dios le ratifica el pacto a Jacob, Jacob reacciona con un voto. En el libro de Génesis, cuando Dios le hace un pacto a Jacob, Dios le dice que no lo dejaría hasta que hubiese hecho lo que le había dicho. Dios lo hizo así con Jacob, porque ya había hecho un pacto con Abraham. Y, ¿por qué pudo entrar en pacto con Abraham? Porque Abraham había estado dispuesto a entregar lo más grande, lo más preciado.
Nosotros podemos hacerle un voto a Dios, y podemos tener una relación con su pacto. Podemos hacer votos a Dios, y aun esas promesas, muchas veces, las quebrantamos, no las cumplimos; y su misericordia es tan grande, que nos perdona. Pero, si tú entendieras que Dios no es así, sino que, lo que Dios dijo que va a hacer contigo, él lo va a hacer, tu vida cambiaría para siempre.
No hay nada que Dios te haya prometido, que no te vaya a dar, si ya te dio por pacto lo más grande. Si ya te dio lo más grande, ¿no crees que te puede a dar lo que te ha prometido? ¿No te dará Dios un mejor trabajo, si ya te dio a su Hijo? ¿No te dará Dios un buen matrimonio, si ya te dio a su Hijo?
¿Qué te va a negar Dios hoy, si no te negó lo más grande?