martes, 26 de octubre de 2010

Abriendo la Casa de Dios

Misael Argeñal

Texto: Fecha: 19-Diciembre-1999

Comenzó a reinar Ezequías siendo de veinticinco años, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Abías, hija de Zacarías. 2E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. 3En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa de Jehová, y las reparó. 4E hizo venir a los sacerdotes y levitas, y los reunió en la plaza oriental. 5Y les dijo: ¡Oídme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la inmundicia. 6Porque nuestros padres se han rebelado, y han hecho lo malo ante los ojos de Jehová nuestro Dios; porque le dejaron, y apartaron sus rostros del tabernáculo de Jehová, y le volvieron las espaldas. 7Y aun cerraron las puertas del pórtico, y apagaron las lámparas; no quemaron incienso, ni sacrificaron holocausto en el santuario al Dios de Israel. 8Por tanto, la ira de Jehová ha venido sobre Judá y Jerusalén, y los ha entregado a turbación, a execración y a escarnio, como veis vosotros con vuestros ojos. 9Y he aquí nuestros padres han caído a espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres fueron llevados cautivos por esto. 10Ahora, pues, yo he determinado hacer pacto con Jehová el Dios de Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira. 11Hijos míos, no os engañéis ahora, porque Jehová os ha escogido a vosotros para que estéis delante de él y le sirváis, y seáis sus ministros, y le queméis incienso”. (II Crónicas 29: 1-11.)

Ezequías era de la descendencia de los reyes, pero su padre Acaz fue uno de los reyes malvados que reinaron en Israel.

Una de las peores cosas que hizo Acaz fue haber cerrado la casa de Dios, detener la obra sacerdotal y levantar lugares de idolatría.

Pero Acaz murió, y en su lugar heredo el reino su hijo Ezequías, quien hizo lo recto ante los ojos de Jehová, este no quería seguir el camino idolatra de su padre, sino que abrió las puertas de la casa de Dios, levanto el sacerdocio e hizo pedazos los ídolos de su padre.

No hay cosa más desagradable delante de Dios que la idolatría, a Dios le pesa ver a los hombres siguiendo a ídolos muertos en vez de seguir al Dios vivo y eterno que es Jehová.

Estos ídolos muertos son demonios, porque todo aquello que aparta la mirada de Dios es un demonio.

Hechas todas estas cosas, todos los de Israel que habían estado allí salieron por las ciudades de Judá, y quebraron las estatuas y destruyeron las imágenes de Asera, y derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabarlo todo. Después se volvieron todos los hijos de Israel a sus ciudades, cada uno a su posesión. 2Y arregló Ezequías la distribución de los sacerdotes y de los levitas conforme a sus turnos, cada uno según su oficio; los sacerdotes y los levitas para ofrecer el holocausto y las ofrendas de paz, para que ministrasen, para que diesen gracias y alabasen dentro de las puertas de los atrios de Jehová. 3El rey contribuyó de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas y fiestas solemnes, como está escrito en la ley de Jehová. 4Mandó también al pueblo que habitaba en Jerusalén, que diese la porción correspondiente a los sacerdotes y levitas, para que ellos se dedicasen a la ley de Jehová. 5Y cuando este edicto fue divulgado, los hijos de Israel dieron muchas primicias de grano, vino, aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra; trajeron asimismo en abundancia los diezmos de todas las cosas. 6También los hijos de Israel y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá, dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y de las ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificado, de las cosas que habían prometido a Jehová su Dios, y los depositaron en montones. 7En el mes tercero comenzaron a formar aquellos montones, y terminaron en el mes séptimo. 8Cuando Ezequías y los príncipes vinieron y vieron los montones, bendijeron a Jehová, y a su pueblo Israel” (II Crónicas 31: 1-8.)

Dios había despertado la generosidad del pueblo, había un propósito de restablecer el sacerdocio y el culto de Dios.

Miserable de los que no diezman porque ellos impiden el avance de la obra de Dios.

El verdadero sentido por el cual damos a Dios, no es porque la obra lo necesita, sino porque amamos a Cristo.


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