Misael Argeñal
“Comenzó a reinar Ezequías siendo de veinticinco años, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Abías, hija de Zacarías. 2E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. 3En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa de Jehová, y las reparó. 4E hizo venir a los sacerdotes y levitas, y los reunió en la plaza oriental. 5Y les dijo: ¡Oídme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la inmundicia. 6Porque nuestros padres se han rebelado, y han hecho lo malo ante los ojos de Jehová nuestro Dios; porque le dejaron, y apartaron sus rostros del tabernáculo de Jehová, y le volvieron las espaldas. 7Y aun cerraron las puertas del pórtico, y apagaron las lámparas; no quemaron incienso, ni sacrificaron holocausto en el santuario al Dios de Israel. 8Por tanto, la ira de Jehová ha venido sobre Judá y Jerusalén, y los ha entregado a turbación, a execración y a escarnio, como veis vosotros con vuestros ojos. 9Y he aquí nuestros padres han caído a espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres fueron llevados cautivos por esto. 10Ahora, pues, yo he determinado hacer pacto con Jehová el Dios de Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira. 11Hijos míos, no os engañéis ahora, porque Jehová os ha escogido a vosotros para que estéis delante de él y le sirváis, y seáis sus ministros, y le queméis incienso”. (II Crónicas 29: 1-11.)
Ezequías era de la descendencia de los reyes, pero su padre Acaz fue uno de los reyes malvados que reinaron en Israel.
Una de las peores cosas que hizo Acaz fue haber cerrado la casa de Dios, detener la obra sacerdotal y levantar lugares de idolatría.
Pero Acaz murió, y en su lugar heredo el reino su hijo Ezequías, quien hizo lo recto ante los ojos de Jehová, este no quería seguir el camino idolatra de su padre, sino que abrió las puertas de la casa de Dios, levanto el sacerdocio e hizo pedazos los ídolos de su padre.
No hay cosa más desagradable delante de Dios que la idolatría, a Dios le pesa ver a los hombres siguiendo a ídolos muertos en vez de seguir al Dios vivo y eterno que es Jehová.
Estos ídolos muertos son demonios, porque todo aquello que aparta la mirada de Dios es un demonio.
Dios había despertado la generosidad del pueblo, había un propósito de restablecer el sacerdocio y el culto de Dios.
Miserable de los que no diezman porque ellos impiden el avance de la obra de Dios.
El verdadero sentido por el cual damos a Dios, no es porque la obra lo necesita, sino porque amamos a Cristo.
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