martes, 23 de febrero de 2010

El Rio de Dios. una experiencia inolvidable

El Rio de Dios. una experiencia inolvidable

Anthony Hernández

En Octubre de 1998 pasó algo en nuestro país que nos marcó por generaciones, y fue el Huracán Mitch, un huracán de categoría 5 que azotó nuestra nación, recuerdo que el problema no fue el viento, sino que este huracán se detuvo un par de días en las islas del atlántico que hay en nuestro país, provocando que las lluvias fueran por toda una semana sin parar, nosotros vivíamos muy cerca del rio Chamelecón, el segundo más caudaloso de nuestro país, nuestra casa estaba como a dos kilómetros del rio, pero la de mi abuela estaba como a un kilometro más cerca del rio, recuerdo que el viernes se corrió la noticia que era obligatorio evacuar porque el rio estaba pasando de su límite, y que en cualquier momento iba a desbordar e inundar la comunidad, pues nosotros con mi madre salimos hacia donde mi abuela para sacarla del lugar, y yo andaba tan cansado y desvelado que cuando llegue a donde ella mientras se preparaban para salir yo me recosté y me dormí, cuando de repente a las cuatro de la tarde se escucho un estruendo como de una explosión, y la gente comenzó a correr y a gritar desesperadamente, yo tomé a mi abuela y a mi madre y comenzamos a salir del barrio toda la familia, mi abuela vive a una cuadra del cementerio, cuando el rio rompió el bordo y comenzó a inundar el lugar, traía tanta fuerza que derrumbo el muro del cementerio y ese fue el estruendo que escuchamos, nuestra odisea comenzó al querer salir de ese lugar, ya que la corriente era fuerte y el agua rápidamente nos había subido de los tobillos a la cintura y peligraba con subir más, en algunos lugares tapó las casas, recuerdo que por las avenidas habían puesto lazos de un extremo al otro en las esquinas para que pasaran las personas sujetadas en ellos, un cuadro que jamás olvidaré fue el de una señora que iba delante de nosotros con un niño pequeño, cuando iba a pasar una de las avenidas la corriente era tan fuerte que el niño se le soltó de las manos y se lo llevo la corriente, cuando escuchamos el grito del niño que dijo mamá…! la señora se soltó y se lanzo al agua en la corriente para tratar de salvar a su hijo, pero lastimosamente los dos murieron, y así mucha gente murió ese día, creo que el huracán cobró la vida de más de doce mil personas en todo el país, nosotros luchando entre la corriente, escombros, y la desesperación de todos logramos salir con vida y justo a tiempo, el trayecto de la casa de mi abuela al boulevard es de un kilometro, y nos tardamos en hacerlo en dos horas, nos costó salir, cuando llegamos al boulevard que queda en lo alto y seguro, habían miles de personas llorando porque habían perdido todo, sus pertenencias, sus casas, algunas a seres queridos, todo por lo que habían luchado en la vida quedó sumergido bajos las poderosas aguas de la inundación, yo lloré de tristeza y dolor, era indescriptible lo que las caras de cada uno de nosotros expresaba, realmente creí que era el fin del mundo, mientras en lo plano inundaban los ríos, el lo alto asechaban los deslaves, los cerros se venían abajo matando a cientos de personas, no sabíamos que hacer o hacia donde correr, todo era peligroso, solo podíamos permanecer en el lugar en el que estábamos esperando que se hiciera la voluntad de Dios.

Cuando el sol salió al día siguiente, era realmente impresionante el panorama que se contemplaba, de algunas casas solo el techo se les veía, y dimos gracias a Dios por estar toda la familia con vida, y le pedimos que nos diera la unión y la fuerza para comenzar de nuevo.

Dios es un Dios de nuevos comienzos, hay cosas que no entendemos cuando suceden, pero Dios es soberano, y seguirá siendo Dios lo entendamos o no, a la larga siempre se las arregla para tener la razón, y sus propósitos son perfectos.

Pero no todos los ríos son malos, existe un rio que aunque se desborde lo que provoca es avivamiento, fe, victoria, edificación, y gozo, y es el rio de Dios, un rio en el que no te puedes quedar en la orilla, tienes que meterte en lo profundo aun cuando no sepas nadar, porque este no mata, da vida, a continuación vamos a estudiar El Rio de Dios para desafiarnos a buscar más de sus presencia

Anthony Hernández

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